Carolina Bellora es Especialista en Gestión del Talento, Profesora en Capital Humano, Gestión del Cambio y Liderazgo. Conocé el recorrido de esta emprendedora elegida para la serie de notas de “Apasionadas”, que cumplió su sueño de conseguir un trabajo corporativo, y luego de ser madre, creó Bizart, su primer proyecto autogestivo.
Mientras terminaba la carrera de Ciencias Económicas en la UBA, Carolina empezó a buscar trabajo para iniciar su inserción al mercado laboral. “Eran los ‘90 y había visto muchas veces la película Secretaria Ejecutiva. Mi gran aspiración en esa época era usar trajes entallados, calzar stilettos y ascender rápidamente en la carrera corporativa como había logrado Melanie Griffith en la peli mientras se enamoraba de Harrison Ford“, nos cuenta Carolina.
Para lograr su sueño, todos los domingos repasaba los anuncios de empleo en el diario, en épocas donde Internet aún no existía. Su meta era lograr una entrevista en alguna empresa en la zona de Catalinas, donde estaban las oficinas de las grandes corporaciones del momento. Después de una serie de entrevistas, ingresó a IBM con un programa de pasantías. “Juro que el día que me confirmaron el trabajo crucé la avenida Alem llorando de emoción y pensando dónde cuernos me compraría mi primer traje. Estuve casi 2 años sacando fotocopias, pero no me importaba nada porque eso era sólo el principio. Finalmente llegaría mi momento, como en las películas”.
“Me gusta pensar que tuve suerte y que cada obstáculo que encontré laboralmente llegó en el momento justo para sacudirme y sacarme de la zona de confort. Me divertí a lo grande, aprendí muchísimo, me hice amigos y sufrí un poco las decisiones importantes que involucran algo más que un puesto, un ascenso o un cambio de proyecto laboral“, agrega.
El nacimiento de sus hijos lo cambió todo. “Sospecho que por mucho tiempo viví la crianza y la profesión como una falsa dicotomía. Ser buena mama se me hacía difícil trabajando con la intensidad con la que lo hacía. Y progresar en mis anhelos profesionales se llenaba de imposibilidad con cada viaje, reunión o entrevista que suspendía para escaparme y buscar a Mati y Santi al cole. Al final, las ganas de tener un rol activo y protagonista en su crianza me llevó a hacer movimientos profesionales que sentí como una “renuncia” pero que luego fueron tomando el color de “elección consciente”. Mi meta era compartir la mayor cantidad de meriendas posibles con ellos y de la búsqueda de ese tiempo surgió mi primer proyecto autogestivo”.
Con una amiga creó Bizart, una consultora dedicada al desarrollo y gestión del talento, que implementa estrategias exitosas y experiencias de alto impacto. La meta es desarrollar y fidelizar las capacidades de las personas, para que pongan en juego todo su potencial y contribuir a que la empresa alcance sus metas de crecimiento.
“Aprendimos a emprender al mismo tiempo que criamos a nuestros hijos. De a poco esa falsa dicotomía entre la crianza y la profesión se fue diluyendo. Los hijos y el proyecto emprendedor fueron creciendo de la mano, se fueron mezclando, fueron conversando entre ellos y al final convergieron en una sola vida. Una vida agitada, complicada a veces, llena de desafíos, con entregas de presupuestos demoradas y algún que otro niño esperándome enojado en la puerta del club porque llegué tarde a buscarlo… Pero, como decía mi abuela… ¿quién te quita lo bailado?”, agrega Carolina.
Carolina comparte tres consejos con aquellas mujeres que quieren iniciar sus propios proyectos:
1) Elegir es renunciar. “Michael Porter, el padre de la estrategia, decía “estrategia no es solo elegir qué vamos a hacer, sino fundamentalmente decidir que NO vamos a hacer. ¡Menos es más! ¡Siempre!”.
2) Hacer lo que te gusta, con gente querida. “Emprender es dificilísimo. Si algo puede fallar va a fallar. Pero todo pasa… el éxito y el fracaso nunca son definitivos, y ante un error siempre tenemos revancha. La única manera de soportar el estrés, la frustración, y los ups and downs de este camino es haciendo algo que nos encante y compartirlo con gente que queremos”.
3) Celebrar el proceso, no el resultado. “En un mundo tan complejo y volátil como el que nos ha tocado vivir, supeditar nuestra felicidad al logro de ciertas metas es un camino ineludible a la frustración. El resultado va a llegar o no… no depende completamente de nosotros. No hay que olvidarse de celebrar el esfuerzo y el proceso, aunque las cosas no hayan salido como esperábamos. Y como me gusta decir con los consejos compartidos… te lo digo y me lo digo!”, concluye.